“Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.”
Khalil Gibrán
ya no son los colores la luz
sino los entredichos de los entredichos
ya no es sólo el que se cae ni aquel que se levanta
sino las musas el rebote la contienda de figuras en la tela que cuelga de la tela que se imprime en la tela
allá hay una mujer que ríe aquí un abrazo
y allá muy lejos esa mano que se imagina y se nombra sin decirse
allá esta la red en que se incrustan juntos sin necedad sin extravío mis hermanos y todos los hilos del mundo
y la modernidad furiosa de las capas de la incertidumbre de lo que se sostiene sostenido
van los colores que heredé en mi sangre mi sangre azul bordeaux mi gran torrente
van todas las delicias de las esferas de la danza las escenas solas en que inundan su ojo los culpables de las horas
y el corte y las ventanas
que miran silenciosas hacia el mundo
la desnudez campante los disfraces
el drama mágico en misterio los cien planos
en que se apoyan las espaldas las sombras los colores
los sonidos las superficies en llamas en mixturas la necedad sin necedad ni gloria los gestos
de aquellas flechas vivas los profetas
Tomás Epstein
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