domingo, 4 de enero de 2009

Nota Crítica de Rosa Faccaro


DANIEL EPSTEIN

MOVIMIENTO


“Es prestando su cuerpo al mundo que el pintor cambia el mundo en pintura. Para comprender esas transubstanciaciones hay que reencontrar el cuerpo operante y actual, que no es un pedazo de espacio, un fascículo de funciones, sino un entrelazado de visión y movimiento.”

Nada mejor para presentar la obra de Daniel Epstein que a través de este postulado de Merleau Ponty que nos remite a su lenguaje pictórico.

Este conjunto de obras forman parte de una serial referida a un sentimiento perceptivo, que se muestra en la captación y ensambles de espacios diferentes, que establece el artista dentro de una narración visual en movimiento. Estas pinturas se presentan en un guión gráfico-pictórico en una conjunción integrada.

Esta acción temporal posee la atmósfera y asociación libre de los sueños, que nos remite a una relación de imágenes que opera en dimensiones surreales.

Atmósferas, claroscuro, cromatismo, ritmo, y geometría que ordena y separa los cuadros que pulsan la tensión dentro del campo visual, nos muestran a un artista que diseña un mundo.

Este arquitecto pintor, posee la formación plástica para este objetivo, ya que conoce las nociones del cuerpo humano en sus concepciones que, desde el modulor de Le Corbusier, o la racionalidad utópica de un Walter Gropius intenta cambiar la noción del “habitat”.

El modelo humano que presenta Epstein en un ritmo tensional vivo, es un proyecto de vida manifestado a través de la capacidad perceptiva del cuerpo”

Todos los desplazamientos de las figuras establecen por principio “un lugar”,un paisaje antropológico que son transportados al mapa de la visibilidad.

El mundo visible y el de los proyectos espaciales de Daniel Epstein pertenecen a la totalidad del mismo Ser.

La mirada que ejerce sobre estos desplazamientos, las luces para destacarlos o mantenerlos en las tinieblas, es una decisión del espíritu, un hacer que desde la subjetividad inicia un trayecto hacia el “sí mismo”.

Cuando Daniel Epstein habla sobre el arte y los artistas siente una pasión singular, recuerda a sus maestros, y luego cita la pasión de un Carlos Alonso, de un Augusto Rodín, todos ellos ponderaron el desnudo, el color, el trazo vivo del dibujo.

Textura, color, luz, espacio, se abren ahora en esta primera muestra individual en un espectáculo que se prolonga en las manos que se abren para apresar la realidad, para retomar ese ritmo plástico que formula su imaginario.


ROSA FACCARO
AACA-AICA

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